Page 61 - CIDE4
P. 61
Sin embargo, la metodología de ciclo de vida no entrega respuestas únicas. Además, la falta de información
necesaria para su estimación genera incertidumbre. Si bien las categorías de impacto que se calculan convergen
hacia un consenso global, hay aspectos que aún se discuten. Por ejemplo, si incluir o no en los cálculos la captura
de carbono de los sistemas agroforestales. Otro aspecto sensible es la necesidad de realizar ajustes regionales,
pues las condiciones de producción y el medio ambiente pueden variar de un territorio a otro. Además, se
requiere mejorar la comunicación de los resultados, que es esencial en la toma de decisiones. No obstante, se
anticipa que se ampliará el uso de esta metodología a la evaluación de los impactos económicos y sociales, lo
que la hará más relevante para productores y consumidores (Hellweg y Milà i Canals, 2014).
Para ajustar la metodología marco a productos específicos, se desarrolló un programa piloto que identificó, entre
un conjunto de 15 indicadores ambientales, cuáles son los más relevantes para diversas cadenas productivas.
Las categorías de impacto son: cambio climático (huella de carbono), eutrofización terrestre, destrucción de
la capa de ozono, eutrofización del agua dulce, toxicidad humana con efectos cancerígenos, eutrofización
marina, toxicidad humana con efectos no cancerígenos, ecotoxicidad en medio acuático, partículas y aspectos
respiratorios, radiación ionizante, consumo de recursos acuáticos, formación de ozono fotoquímico, consumo
de recursos minerales y combustibles fósiles, acidificación y uso del suelo.
Si bien el uso de este instrumento se limita al mercado europeo, se aplica tanto a los productos locales como a
las importaciones procedentes de otros países. Esto significa que los proveedores de otras partes del mundo,
incluidos los latinoamericanos y caribeños, deberán informar sobre los impactos ambientales de la producción
de los bienes que quieren exportar a este mercado. En esa perspectiva, uno de los grandes desafíos para la
región está dado por la falta de información local y la falta de conocimiento técnico para estimar cada uno de
los impactos siguiendo la metodología del ciclo de vida.
F. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
En el marco de la grave crisis económica y social del 2020, una reactivación sostenible e inclusiva es tanto
una oportunidad como una necesidad. La redinamización del comercio internacional tendrá un rol destacado
en esta reactivación, y la incorporación de criterios de sostenibilidad económica, social y ambiental en la
reestructuración de las cadenas de suministro puede tener un impacto relevante en el desarrollo sostenible.
Pero esto no ocurrirá de manera automática: será necesario ampliar y reforzar los incentivos de política pública
y también los estándares privados para avanzar hacia un comercio internacional que aporte a la sostenibilidad.
La política comercial, en particular, debe articularse de manera directa con otras políticas. El establecimiento de
políticas y programas que potencien el aporte del comercio al desarrollo sostenible pasa por una identificación
de impactos. En ese sentido, parece esencial la coordinación y el trabajo conjunto con las políticas (y los equipos)
ambientales y sociales. La complementariedad de esfuerzos puede favorecer también la implementación de
nuevos programas o el ajuste de iniciativas en marcha, con una mirada más integradora de los desafíos. El
trabajo con el sector privado es esencial también. La contribución de los sectores exportadores en términos
de sus experiencias y herramientas puede ser una buena guía para que otros sectores y empresas de menor
tamaño consideren al comercio como un incentivo para una mayor sostenibilidad y actúen en consonancia.
61