7. MORTALIDAD

La mortalidad, componente de la dinámica de la población, ha venido descendiendo desde hace casi cinco décadas, así tenemos que para el año 1997 se estimó una tasa de mortalidad de 6,5 defunciones por cada mil habitantes, la misma que para 1998 descendería a 6.4. Al igual que la fecundidad la tasa de mortalidad, no ha sido homogénea, observándose diferencias muy marcadas por áreas de residencia, regiones naturales, nivel educativo y estrato socioeconómico.

7.1 MORTALIDAD MASCULINA Y FEMENINA

En la mayoría de los países, incluyendo el nuestro, las mujeres tienen muchas más probabilidades de llegar a edades más avanzadas que los hombres, un buen indicador es su proporción relativa, es decir, el número de hombres por cada 100 mujeres y donde el volumen de hombres de 60 y más años, va descendiendo en forma más significativa que las mujeres.

De acuerdo a las estimaciones obtenidas con la ENDES 1996, la tasa de mortalidad masculina para los 6 años anteriores a la encuesta es de 2.8 defunciones por cada mil varones entre 15 y 49 años y la tasa para la población femenina es de 1.8 defunciones por cada mil mujeres entre 15 y 49 años. La mortalidad adulta se incrementa con la edad y siempre es más alta la masculina que la femenina.

7.2 MORTALIDAD MATERNA

La magnitud de la mortalidad materna, es preocupante en el país y más grave aún en las madres adolescentes cuya magnitud supera el promedio nacional, así tenemos que mientras el número de defunciones por causas de la maternidad en las mujeres en edad fértil es de 265 por 100 mil nacimientos en las adolescentes se eleva a 362 por 100 mil mujeres

PERU: MORTALIDAD MATERNA EN MUJERES EN EDAD FERTIL: 1996

EDAD

MORTALIDAD MATERNA 1/

15-19

362

20-24

163

(15-49)

265

1/ Tasa por 100,000 Nacimientos

FUENTE: INEI - ENDES 1996

7.3 MORTALIDAD INFANTIL

Según los resultados de la ENDES 96 la Tasa de Mortalidad Infantil (TMI) durante 1991-1996 es de 43 por mil nacidos vivos, evidenciando una reducción del 25% respecto a la estimada para el período 1986-1991 (57 por mil).

Los departamentos que tuvieron mayor reducción de mortalidad infantíl en el último quinquenio (1991-1996), fueron: Puno que pasó de 155 a 82 por mil nacidos vivos. Cusco de 127 a 78 por mil nacidos vivos y Moquegua de 98 a 52 por mil nacidos vivos.

La tasa de mortalidad infantíl más alta está en el departamento de Huancavelica con 109 por mil nacidos vivos, que es similar a la de países como Uganda y Camboya, le sigue el departamento de Puno con 82 por mil nacidos vivos, Cusco con 78 por mil nacidos vivos y Apurímac con 73 por mil nacidos vivos. Por otro lado. Los departamentos de Lima y Tacna presentan las menores tasas de mortalidad infantíl con 26 defunciones por cada mil nacidos, nivel similar al de Argentina y Venezuela.

En los últimos 10 años, las tasas de mortalidad infantil tanto de la selva como en la sierra disminuyeron más rápidamente, 39% y 37% respectivamente, Lima Metropolitana tuvo una reducción del 32% y el resto de la costa 27%.

Una de las variables altamente correlacionada con la mortalidad infantíl y la niñez, es el nivel de instrucción de las madres. En 1996, en el grupo de madres sin ningún nivel de instrucción, la probabilidad de morir de los niños menores de un año, fue cuatro veces mayor (114 por cada mil nacidos vivos), que las madres con nivel de instrucción superior (26 por mil nacidos vivos).

Es importante destacar, que la reducción de la mortalidad infantíl en el período (1986-1996) fue disminuyendo según aumentaba el nivel de educación de las madres. Así en las madres con algún grado de primaria, fue de 27%, en las que tuvieron secundaria en un 24% y para las madres con nivel de educación superior la tasa bajó a 18%.

7.4 ESPERANZA DE VIDA

Los programas de salud preventiva, así como el control de las enfermedades epidémicas y la implementación de servicios de salud pública, han tenido un impacto positivo en la salud de la población.

Así tenemos, que la esperanza de vida al nacer, se ha incrementado de 44 años en la década de los 50 a 69 años en 1998.

Asimismo, la población de la tercera edad, en el área urbana en 1981 representaba el 60.3% y en 1998 representa el 70.0%, cifras superiores a las del área rural, explicado en gran parte por las mejores condiciones de vida en las áreas urbanas.